Columnista
¿Fortalecer las familias?
Desde el domingo 12 se ha venido celebrando la Semana Arquidiocesana de la Familia: Bendición de Dios para el Mundo.
Se han incluido misas de abuelos y nietos, conferencias como ‘La ideología de género y familia’, renovación de votos matrimoniales, promesas de castidad, celebración de bodas, caminatas y consagración de las familias.
Que la familia es importante creo que lo sabemos, particularmente quienes vivimos ambientes religiosos, y también los que auspician nuevos tipos, aun las mafias, que la consideran parte clave de su estructura.
Para los católicos la familia es trascendental, la consideramos ambiente propicio para nuestra formación y desarrollo individual y comunitario.
Por eso no fue extraño que, luego del Concilio Vaticano II y de varios sínodos de obispos, para fortalecerla y hacerla más fecunda, el papa Juan Pablo II expidiera la exhortación apostólica: ‘Misión de la Familia Cristiana en el Mundo Actual’, dirigida al Episcopado, el Clero y a los Fieles de la Iglesia católica, el 22 de noviembre de 1981, cuya lectura recomiendo.
Ese documento, además de la Introducción, tiene cuatro partes:
-Luces y sombras de la familia en la actualidad.
-El designio de Dios sobre el matrimonio y la familia.
-Misión de la Familia Cristiana.
-Pastoral familiar: tiempos, estructuras, agentes y situaciones.
Especialmente aleccionadora es la parte que se refiere a la misión, porque destaca los deberes propios de la vocación familiar, que muchas veces desconocemos, como la importancia en la formación de la comunidad de personas, el servicio a la vida, que incluye su transmisión y educación, la participación en el desarrollo de la sociedad, en la vida y misión de la Iglesia, como una comunidad creyente y evangelizadora, en diálogo con Dios y al servicio del ser humano.
También es iluminadora y orientadora la parte relativa a la pastoral familiar, que luego de especificar su naturaleza y sus agentes, propone con delicadeza los pasos a seguir en los casos difíciles.
Sí, creo que debemos leer y releer esa exhortación apostólica para poner en práctica sus admoniciones y consejos. Si lo hubiéramos hecho, como debíamos, y aplicado su doctrina oportunamente, no nos estaríamos quejando ahora de la difícil situación que atraviesan en nuestros días muchas familias, incluso algunas muy queridas.
No quiero terminar sin reproducir uno de los párrafos del número 45, que tengo subrayados en mi mencionada exhortación apostólica:
“La función social de las familias está llamada a manifestarse también en la forma de intervención política, es decir, las familias deben ser las primeras en procurar que las leyes y las instituciones del Estado no solo no ofendan, sino que sostengan y defiendan positivamente los derechos y los deberes de la familia. En este sentido las familias deben crecer en la conciencia de ser ‘protagonistas’ de la llamada ‘política familiar’, y asumirse la responsabilidad de transformar la sociedad; de otro modo las familias serán las primeras víctimas de aquellos males que se han limitado a observar con indiferencia”.
¿Fallamos? ¿Debemos fortalecer las familias? ¿Sería tan amable en darme su opinión?
Se han incluido misas de abuelos y nietos, conferencias como ‘La ideología de género y familia’, renovación de votos matrimoniales, promesas de castidad, celebración de bodas, caminatas y consagración de las familias.
Que la familia es importante creo que lo sabemos, particularmente quienes vivimos ambientes religiosos, y también los que auspician nuevos tipos, aun las mafias, que la consideran parte clave de su estructura.
Para los católicos la familia es trascendental, la consideramos ambiente propicio para nuestra formación y desarrollo individual y comunitario.
Por eso no fue extraño que, luego del Concilio Vaticano II y de varios sínodos de obispos, para fortalecerla y hacerla más fecunda, el papa Juan Pablo II expidiera la exhortación apostólica: ‘Misión de la Familia Cristiana en el Mundo Actual’, dirigida al Episcopado, el Clero y a los Fieles de la Iglesia católica, el 22 de noviembre de 1981, cuya lectura recomiendo.
Ese documento, además de la Introducción, tiene cuatro partes:
-Luces y sombras de la familia en la actualidad.
-El designio de Dios sobre el matrimonio y la familia.
-Misión de la Familia Cristiana.
-Pastoral familiar: tiempos, estructuras, agentes y situaciones.
Especialmente aleccionadora es la parte que se refiere a la misión, porque destaca los deberes propios de la vocación familiar, que muchas veces desconocemos, como la importancia en la formación de la comunidad de personas, el servicio a la vida, que incluye su transmisión y educación, la participación en el desarrollo de la sociedad, en la vida y misión de la Iglesia, como una comunidad creyente y evangelizadora, en diálogo con Dios y al servicio del ser humano.
También es iluminadora y orientadora la parte relativa a la pastoral familiar, que luego de especificar su naturaleza y sus agentes, propone con delicadeza los pasos a seguir en los casos difíciles.
Sí, creo que debemos leer y releer esa exhortación apostólica para poner en práctica sus admoniciones y consejos. Si lo hubiéramos hecho, como debíamos, y aplicado su doctrina oportunamente, no nos estaríamos quejando ahora de la difícil situación que atraviesan en nuestros días muchas familias, incluso algunas muy queridas.
No quiero terminar sin reproducir uno de los párrafos del número 45, que tengo subrayados en mi mencionada exhortación apostólica:
“La función social de las familias está llamada a manifestarse también en la forma de intervención política, es decir, las familias deben ser las primeras en procurar que las leyes y las instituciones del Estado no solo no ofendan, sino que sostengan y defiendan positivamente los derechos y los deberes de la familia. En este sentido las familias deben crecer en la conciencia de ser ‘protagonistas’ de la llamada ‘política familiar’, y asumirse la responsabilidad de transformar la sociedad; de otro modo las familias serán las primeras víctimas de aquellos males que se han limitado a observar con indiferencia”.
¿Fallamos? ¿Debemos fortalecer las familias? ¿Sería tan amable en darme su opinión?
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